Tal vez este pequeño relato no siga la línea de publicación de este blog, pero
no obstante he querido compartir algo que es posible esté ocurriendo en muchas
de vuestras ciudades. De forma anónima, callada, muchas personas están
sufriendo algo que ellos no imaginaban, aún así ayudan y son ayudados. No
importa cómo llegaron, lo que importa es que están.
"Todos los días
tomaba el mismo camino. Desde su pequeño trozo de libertad hasta su destino no
había más de 10 minutos andando, el paso ligero, intentando no llegar tarde.
Cuando entraba en el comedor social, se acercaba al mostrador, saludaba
inclinando ligeramente la cabeza y tomaba su mandil colgado como siempre detrás
de la puerta de la cocina, escrupulosamente lavado por la señora Lucrecia, que
se encargaba de la pequeña lavandería del centro.
Las dos horas de
servicio en el comedor eran para él un alivio, un espacio para sentirse bien,
para abandonar sus pensamientos recurrentes, sus pesadillas presentes. Un ejército
de platos sostenidos por manos temblorosas desfilaba ante él todos los días, unas
manos que pedían dignidad, manos que él intentaba no mirar, no levantar la
cabeza ni un instante era una de sus obsesionas. La otra, rezar mientras llenaba
los cuencos de los demás para que ese día sobrase algo de comida, no podía
soportar volver sin probar bocado.
De regreso a su hogar
los pensamientos le comían el camino. Como una penitencia, los recuerdos se
agolpaban en su menoria. Sus años de director comercial, su familia, sus
amigos, sus compañeros de trabajo… desfilando por delante de él con la mano
extendida, con el plato vacio, pidiendo dignidad. Se paraba delante de un
quiosco que como un faro aparecía en medio de su recorrido. Dulce le dejaba ojear
la prensa y las revistas, hasta que cruzaban sus miradas y una sonrisa. Dulce
le guardaba cajas de cartón nuevas y le regalaba las pilas para su aparato de
radio, su única conexión con el resto del mundo.
Cuando llegaba a su
espacio, acomodaba las mantas sobre los cartones, reponía los trazos rotos por
el tiempo, tomaba la radio, le ponía las pilas nuevas y sintonizaba las
noticias. Estaba agradecido… Dulce crisis."
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