Tengo la
sensación desde hace años -reconozco que no recuerdo exactamente cuántos, más
por hastío que por pérdida de memoria- que cada mes y al final de cada
trimestre, nuestros políticos nos machacan los oídos con los datos sobre el
desempleo en este país. Información que es interpretada por unos y por otros,
eso sí, cada uno “arrimando el ascua a su sardina”. Usan los números del paro
registrado (mensual) y de la encuesta de población activa (EPA trimestral).
Ya hace mucho
tiempo que cambio esta historia, fue allá por el año 2008 cuando la tendencia
de parados en este país inicio su cambio histórico, eso hace que llevemos 7
largos años acumulando una experiencia negativa que en su expresión más real se
encuentra en cada una de las familias que lo han sufrido o lo están sufriendo
aún. Mientras que en el otro lado, mes a mes, trimestre a trimestre los
gestores, los políticos y sus secuaces se dedican a lanzar sus interpretaciones
torticeras para convertir un drama, más bien debería decir “el final de cada
drama” en un triunfo. Bien porque nos restan algunos números, bien porque nos
los suman, siempre hay una razón para hacer que la interpretación sea un
discurso de esperanza vacio. Y estaría bien si no fuese porque ellos siempre
ganan y los de las listas del paro siempre pierden.
Solo llevo 2
años trabajando con colectivos de desempleados, en diferentes ciudades y circunstancias,
talleres, conferencias, dinámicas, desarrollo de habilidades y todo tipo de
iniciativas para ayudar a mejorar sus posibilidades de encontrar un trabajo.
Puedo decir que he conocido a todo tipo de personas en estas circunstancias,
conozco al parado esperanzado, al positivo, al cabreado, al pesimista, al
ignorante, al sonriente, al incrédulo, al dolido, al desorientado, al indignado,
al optimista, al amargado, al indiferente incluso al feliz, pero no conozco al
parado que le gusta sentirse un simple número a final de mes. Los parados que
esta sociedad está generando son personas que han dejado de sentirse útiles ya
hace muchos años, que mantienen su dignidad, pero que se alejan de un puesto de
trabajo cada día que se levantan, se miran al espejo y se resignan a no poder
hacer nada más. Son hombres y mujeres que acumulan años de inactividad. Hombres
y mujeres a los que los números de nuestro sistema llama de forma sarcástica: “Parados
de larga duración”.
Muchos
iniciamos esta aventura con la esperanza de que fuese corta, nos han hablando
de brotes verdes, de luces al final del túnel, de que ya tocamos fondo, de que
ya salimos, pero la realidad es tozuda. Llevamos 7 años y algunos economistas
se atreven a predecir que al ritmo actual el empleo perdido no se recuperará
hasta dentro de 15 años (Datos de La catedrática de Economía e investigadora de
la Fundación de Estudios de Economía Aplicada - Fedea).
De todas
formas y aunque este país genere empleo en los próximos meses y lo haga de
forma generosa, activa y positiva, creo que algunas de las personas que estoy
conociendo en estos meses fruto de mi trabajo con ellos, no tendrán ninguna oportunidad
laboral a corto plazo y tengo mis dudas que la puedan tener más adelante, lo que las convertirá en
“in-empleables”.
Estoy seguro
que cualquier alcalde, presidente de autonomía, ministro del ramo o presidente
del gobierno, sería muy feliz dando la noticia de que los parados en este país
están desapareciendo. Lo que dudo es si lo serían porque esa noticia les
permitiría sacar pecho o incluso usarla como renta para volver a ganar unas
siguientes elecciones, o porque en realidad saben que por cada numero menos que
ellos enarbolan, una familia recupera la esperanza de tener una vida más digna.
Estos mismos
políticos que ahora salen en tropel acusando de populistas a las nuevas
alternativas que nacen desde el descontento, el hartazgo, la indignación de ver
como ellos no son capaces de poner fin a esta sangría, mientras con la otra
mano se llevan todo lo que pueden. Políticos que nos previenen de la demagogia
encerrada en la propuesta de pagar una “Renta básica universal” a todos los
ciudadanos de este país, tal vez con razón.
Pero si nos
fijamos en los preciados datos de desempleo, en esos números que nuestros
políticos están tan ávidos de interpretar cada mes, y aceptamos que la
recuperación del empleo perdido será sin duda lenta y que muchas de las
personas que ahora acumulan un buen puñado de meses sin trabajar no lo volverán
a recuperar, entonces estaremos hablando de que en los próximos años
oscilaremos entre los 3 y los 4 millones de parados. Estaremos hablando de que
tendremos que seguir ayudando a esas familias a mantener su dignidad, aunque
hayamos decidido que la suya solo vale 400€.
Por cierto,
¿No se parece esto mucho a la denunciada propuesta demagógica y populista de la
“Renta básica universal”? Vayan pues haciendo cálculos, porque tal vez sean los
denunciantes los que la tendrán que implantar.
7 comentarios:
Demoledor. Y desgraciadamente, cierto. Gracias por ponerlo en evidencia, Ximo
Hola Edita, gracia por la lectura del blog. Puede que sea demoledor, pero no por ello creo que debemos mirar hacia otro lado.
Sabes, siempre que piensas en que escribir en el blog lo haces desde un punto de vista positivo, quieres que los post sean optimistas y de auto-ayuda o algo similar, pero en ocasiones y viendo lo que vemos, creo que debemos escribir sobre la realidad.
Saludos,
@xsalas
Felicidades por tu artículo Ximo!! Comparto tu reflexión y me siento doblemente identificada, como desempleada y como técnico de empleo.
Gracias Noemí, es un honor contar con tu lectura de este blog y tu opinión. El tema es delicado pero creo que cada vez es más evidente y se deberán tomar decisiones al respecto.
Como orientador del Servef, ésa es la realidad de la que partimos, contra la que luchamos. Es duro ver los ojos apagados de quien se ve olvidado por el sistema, que ya no es el que conocía.
Por desgracia el no reaccionar de forma rápida y adecuada al desempleo ha dejado a muchas personas desempleadas sin tiempo para poder "enseñarles a pescar" (formación para la recualificación profesional) en el nuevo mar en que se ha convertido el mercado laboral y ahora lo más sencillo y fácil sea ofrecerles "peces" (subsidios y ayudas temporales).
Así es, lo importante sería ahora poder reconducir la "empleabilidad" de muchos, pero eso lo corresponde a la administración, solo ella tiene los medios para hacerlo.
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