Continuamente oímos que es importante para las empresas retener el talento y además que este se encuentre motivado. Vale, es posible que casi todos estemos de acuerdo con esta afirmación, pero en realidad: ¿Qué hacemos para conseguirlo?
No hablemos de grandes teorías (en las que no creo), ni del uso de las nuevas tecnologías, ni de maravillosos cursos de motivación o complejos paquetes de retribución. ¡Hombre todo ayuda! Si, si, vale, pero vamos a ser más simples, hablemos de una aptitud más básica e incluso más antigua en la jerga de la gestión de las personas: La delegación.
Si en estos momentos tenemos “Talento” en nuestra empresa, seguro que tenemos empleados con ganas de crear, compartir, aprender, apoyar y desarrollarse de forma libre y rápida, además pueden hacerlo. Los empleados con talento no buscaran un empleo, más bien una forma de realizarse, compartiendo conocimiento, un proyecto, todo basado en la responsabilidad individual.
Así pues, podremos conseguir avances importantes en nuestro equipo si somos capaces de implicar. Pero para implicar tenemos que delegar y de forma inmediata surge la pregunta: ¿Sabemos delegar?
Hay personas que tienen más facilidad para dejar que otro haga cosas bajo supervisión mínima. Otras sin embargo son incapaces de dejar que sus colaboradores hagan algo de forma más o menos autónoma, por la simple razón de no perder el control. En esos casos la pregunta adecuada es: ¿Quiero delegar?
Una razón muy importante para que la delegación pueda influir en la motivación de una persona, es que esta se sienta participe y “protagonista” de lo que hace, esto permite que las personas se desarrollen, aprendan, ofrezcan alternativas, descubran que pueden hacer y hasta donde pueden llegar. Atención con estos puntos: “Que pueden hacer” y “hasta donde pueden llegar” por ellos mismos.
Un colaborador de un equipo que desarrolla de forma eficiente las tareas que en él se han delegado, puede crecer día a día y sentirse poco a poco capaz de publicar su propia opinión, desarrollará su trabajo bajo la influencia de su opinión y no de la de su “jefe”, que es quien delego en él.
!!Atención¡¡ ¿Puedo permitir que alguien haga algo con criterios diferentes a los míos? Aunque el resultado sea el mismo (o algunas veces mejor).
Como “jefe” tienes poder, pero también miedo de que otros vean tus posibles debilidades, no usas tu inteligencia emocional, no usas tus sentimientos, no confías en los que pueden ayudarte y a los que tu puedes ayudar a desarrollarse... solo ves amenazas ¿No quieres delegar?