lunes, 28 de septiembre de 2009

Contratar con emociones

“Es difícil retener a los buenos profesionales”. Esta frase se puede oír en muchos foros de recursos humanos, aunque también es posible en estos tiempos que corren oír que es necesario tener más implicación o complicidad con la empresa. ¿Tienen algo en común ambas reflexiones? ¿Son contrapuestas?

¿Es posible hablar de emociones en la contratación y desarrollo de las personas en la empresa?

“Durante el desarrollo de una feria de empleo, de estas donde las empresas van en busca de personas, montan tinglados publicitarios y envían al personal del departamento de recursos humanos con traje y corbata; me encontré con una persona que estaba terminando los estudios de Ingeniería Industrial, se paro ante el stand de mi empresa y le pregunté si podía ayudarle. No contesto, pensaba que no podíamos ayudarle ya que su conocimiento de nuestro sector le decía que no tenía muchas opciones como ingeniero. Después de hablar con él durante unos minutos para intentar aclararle algunas dudas, paso a mostrar interés por lo que yo le decía. En ese momento la conversación ya no continuo en el tono habitual de: “yo tengo trabajo y tú tienes que trabajar, y te doy una oportunidad, y aquí tienes un futuro, y etc.”; me di cuenta que tal vez sin quererlo estábamos hablando de ÉL, de que ser ingeniero puede abrir más puertas de las que imagina, de que puede desarrollarse independientemente de los estudios, de que como persona tiene posibilidad de elegir y seguir aprendiendo, de cómo se sentiría haciendo cosas diferentes, en definitiva: Que él era importante y que sus sentimientos contaban para entrar en una empresa. Antes de despedirse entregó sus datos para ser incluido en un proceso de selección y nos dijo que nunca había imaginado que podía hacer otras cosas.”

Todos tenemos emociones y no podemos separarnos de ellas, la mayoría espera que hablemos de ellas, lo demás ya lo aprenderán. Sin duda responderán con lealtad y compromiso. Podemos llamar a esto “contratar con emociones”.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Nada más lejos de la realidad

Por ejemplo, averiguar quién era la mujer que me estaba anudando la corbata me resultaba difícil. Me desesperaban estas situaciones, cuando entraba en los camerinos y me sentaba para preparar una sesión de fotos, por delante de mi pasaban peluqueros, maquilladores, estilistas, guionistas, todo un ejército de personas que debían ayudarme y que supuestamente yo debía conocer de otras sesiones. Nada más lejos de la realidad, me limitaba a sonreír y no parecer grosero, pretendía tener un aire de concentración que lo disimulaba todo. Mi entorno pensaba que mi carácter era reservado y poco dado a los comentarios, esa era mi imagen pública. Pero ya estaba cansado, aunque pensara que no me favorecían, tenía que ponerme las gafas.

domingo, 13 de septiembre de 2009

¿Vuelven las cosas pequeñas y sencillas?

Hace unos meses la sociedad en la que vivíamos se movía en torno a lo grande y lo caro. Las casas, las empresas, los coches, los centros comerciales… todo debía ser grande y algunas veces caro, porque esto denotaba a su vez calidad, duración, garantía, prestigio social. Hasta el embalaje de un teléfono móvil podía ser diez veces mayor que el propio teléfono, cuando buscábamos que los teléfonos fuesen cada vez más pequeños ¿¡Absurdo!? ¿Sostenible?

La economía de occidente basada en estos valores se tambaleo, bueno digamos que sigue moviéndose. Y como consecuencia: ¿Pueden ahora cambiar estos valores? Algunos ya se están apuntando a esta teoría (Obama la uso en su campaña electoral), los sociólogos interpretan que esta sociedad castigada por una crisis brutal, que algunos países tardarán en superar (Spain), tenderá hacia las cosas sencillas, lo pequeño, lo accesible, lo próximo.

La falta de recursos (muchas personas en el paro) y las malas perspectivas de futuro pueden hacer que se tienda hacia ese cambio de valores, la necesidad fuerza la situación. ¿Ya no apreciaremos tanto lo grande, lo caro, lo prestigioso? ¿Los coches serán más pequeños? ¿Volverán las tiendas de barrio, los supermercados más pequeños? ¿Las casas serán más pequeñas? (¿Esto último es posible?) ¿Podremos comprar en formatos y cantidades menores?

Lo cierto es que todas estas preguntas no tienen porque estar unidas a la crisis, pero si es cierto que cuando salgamos de ella todos seremos un poco más pobres, situación que nos puede llevar a apreciar mejor todo lo que nos rodee, tanto lo material como lo humano. Así que podríamos decir eso de: No hay mal que por bien no venga.

jueves, 3 de septiembre de 2009

Despedida

Iba de camino a su trabajo. Quería que fuese una mañana normal, no faltaba el sol, ni el fuerte calor de agosto, al llegar se fijo en que el jardín estaba un poco descuidado… “son los efectos de la crisis” pensó. Aparco el coche en el lugar de siempre, quería que fuese un día normal. Cuando llego a su despacho se dio cuenta de que faltaban muchas de sus cosas… en unos segundos reacciono… “ya me las lleve hace días”. Se cruzo de inmediato con los compañeros más próximos, las preguntas de rigor… ¿Cómo estás? ¿Cómo va? ¿Qué tal el verano?... las miradas si eran diferentes…

Recogió sus últimos recuerdos, no era necesaria una caja, solo una pequeña bolsa. Tomo aire, había decidido que fuese un día normal. Se paseo por todas las dependencias de la empresa y saludo a todos los compañeros que pudo ver, se paró a charlar con aquellos que tenía más confianza… las miradas eran diferentes…

Volvió a su despacho y escribió un escueto mensaje que envió a todas las personas que no pudo encontrar en persona, no quería olvidarse de nadie. Sabía que él sería casi olvidado en unos meses… “la vida continua” decían algunos. Cierto que continua, pero de otra forma…

Al salir miró a su alrededor, el jardín estaba descuidado, pero si era un día normal, los que no serían normales serían los siguientes… al menos hasta olvidar este último. “Hasta pronto” se dijo a sí mismo.

Se marcho después de su último día normal de trabajo…

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