jueves, 31 de diciembre de 2009

2010 El año del Reto

Hace muchos años, cuando España vivía el final de una dictadura, un grupo de muchachos en el patio de un colegio imaginaba cómo sería el año 2000. Calculaban los años que tendría cada uno de ellos y se imaginaban como sería la sociedad en aquel lejano y atractivo futuro. Pero a pesar de los cálculos, todos pensaban que ese futuro estaba muy, muy lejos.

Pasaron los años, los entonces niños fueron creciendo y cada uno de ellos se construyo su vida, poco a poco se fue acercando el año 2000, el cambio de siglo y todas las expectativas pasadas se convertían en realidad. Cuando se reunían ya no se calculaban los años, porque ya se tenían.

Pero un poco más lejos del año 2000 estaba el 2010, nunca pensaron en él y cuando llego todos se vieron sorprendidos. El mundo había cambiado, todo era diferente. Nada de lo vivido les servía y debían aprender de nuevo. Les llamaron para incorporarse a su antiguo colegio y ocuparon los pupitres de sus clases. Un profesor, muy joven, les contó que tenían por delante todo un año para aprender. Uno de los alumnos se levantó y dijo: Señor, yo ya tengo esposa e hijos, debo cuidar de mis ancianos padres y tengo un trabajo que no debo descuidar.

El profesor le contestó: No debes preocuparte por nada, la nueva sociedad cuidara de los tuyos. Nadie protestó.

De repente sentí un dolor agudo en el costado, entre la tercera y la cuarta costilla, era el codo de mi compañero de pupitre. Levanté la cabeza, estaba en una gran aula repleta de gente. Alguien decía mi nombre en voz alta. Mi compañero, el del codazo, me hacía gestos con la cabeza: ¡Eres tú!

No salía de mi asombro, me habían admitido, por fin tenía trabajo.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Del menú a la cocina de innovación

Un pequeño restaurante cerca del Mediterráneo, que llevaba años funcionando con el trabajo de un amable matrimonio, paso a manos de su único hijo. Este decidió cambiar el local y hacer alta cocina. En ese momento lo tenía todo, su local estaba en un lugar privilegiado y la clientela estaba asegurada. Pero él sentía que debía arriesgarse y cambiar, sus clientes se lo agradecerían y sus ingresos se multiplicarían.

Se construyo un nuevo local, más grande y moderno, con capacidad para más comensales y con la última tecnología en la cocina. Contrataron nuevos responsables de cocina, maître y gerente de restaurante. Sus clientes, acostumbrados al menú y al trato personal, notaron el cambio de forma rápida y muchos de ellos decidieron cambiar de local. El dueño no dio importancia a la pérdida de comensales, su estrategia consistía en captar otro perfil de cliente. Estaba orgulloso con su nuevo local. Después de mucho esfuerzo consiguió atraer a comensales más exigentes y capaces de pagar los nuevos precios, pero estos se sintieron decepcionados con los platos servidos, que carecían de la calidad y la presentación adecuadas. Con el tiempo el restaurante se fue quedando vacio y el negocio dejo de funcionar.

Un día regresó al pueblo un buen amigo del antiguo propietario, que no le visitaba desde hacia tiempo, al ver el nuevo restaurante vacio preguntó con interés: ¿Qué pasa? El viejo propietario le explico lo que su hijo había hecho al hacerse cargo del local y justifico la situación por la crisis que estaban pasando. Su amigo miro al otro lado de la calle y vio un pequeño bar con todas sus mesas llenas, extrañado preguntó: ¿A tu vecino no le afecta la crisis? El anciano respondió resignado: A mi hijo no le interesa ese tipo de negocio.

El joven propietario presencio la conversación entre los dos viejos amigos y cuando se despedían vio la tristeza reflejada en el rostro de su padre, recordó los duros años de inicio en el restaurante, cuando él era un niño. Pensó que era el momento de hablar con su padre, tal vez le sirviese de algo su experiencia. Desde que había regresado de la capital para hacerse cargo del local no habían tenido ni un minuto para hablar.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Cuestión de altura

Ni subido a una escalera conseguiría besarte. Es lo primero que pensé después de verla por primera vez. Hasta ese momento no había en mi vida muchas mujeres y casi todas ellas eran de la familia. Mi perspectiva de la vida estaba cambiando a pasos agigantados, bueno, si hablamos de pasos estos no eran muy grandes, pero si dolorosos. Su presencia me producía un sentimiento especial, diferente a los conocidos hasta ese momento. Saque todos mis encantos para llamar su atención, pero mis esfuerzos fueron vanos. Estaba al borde de un ataque de nervios, ya podía coordinar mis extremidades, pero desde el suelo todo estaba más lejos.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Viceversa

Fresca, brillante, antihistamínica, así la imaginaba todos los días, le reponía de todas sus alergias. Nada más entrar en el Starbucks buscaba con la mirada su presencia, si la encontraba, después de pedir en la barra, intentaba sentarse lo más cerca posible. Observaba cada uno de sus movimientos, como iba vestida o que estaba leyendo, se imaginaba una conversación con ella y como sería su mundo. Cuando ella se marchaba, él salía del local por una puerta diferente.

Ella pedía un “Coffee Latte” y se sentaba en el lugar más despejado del local, esperaba su llegada antes de continuar su camino hacia el trabajo. Él le hacía sentirse fresca, brillante, antihistamínica…

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