El hombre lucía una inquietante sonrisa apostado en la acera de enfrente del cine de su barrio, le costaba disimular la satisfacción que sentía por recordar viejos tiempos, después de casi 9 años y de una intachable conducta, le habían concedido la libertad condicional. Era un domingo gris, de lluvia y el cine estaba muy concurrido, desde esa posición podía controlar quien entraba y salía, sin que nadie sospechara de él. No perdía detalle, de entre aquella multitud tenía que elegir a su nueva víctima. Si todo salía bien el martes estaría de nuevo en la cárcel.
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