Hace unos meses la sociedad en la que vivíamos se movía en torno a lo grande y lo caro. Las casas, las empresas, los coches, los centros comerciales… todo debía ser grande y algunas veces caro, porque esto denotaba a su vez calidad, duración, garantía, prestigio social. Hasta el embalaje de un teléfono móvil podía ser diez veces mayor que el propio teléfono, cuando buscábamos que los teléfonos fuesen cada vez más pequeños ¿¡Absurdo!? ¿Sostenible?
La economía de occidente basada en estos valores se tambaleo, bueno digamos que sigue moviéndose. Y como consecuencia: ¿Pueden ahora cambiar estos valores? Algunos ya se están apuntando a esta teoría (Obama la uso en su campaña electoral), los sociólogos interpretan que esta sociedad castigada por una crisis brutal, que algunos países tardarán en superar (Spain), tenderá hacia las cosas sencillas, lo pequeño, lo accesible, lo próximo.
La falta de recursos (muchas personas en el paro) y las malas perspectivas de futuro pueden hacer que se tienda hacia ese cambio de valores, la necesidad fuerza la situación. ¿Ya no apreciaremos tanto lo grande, lo caro, lo prestigioso? ¿Los coches serán más pequeños? ¿Volverán las tiendas de barrio, los supermercados más pequeños? ¿Las casas serán más pequeñas? (¿Esto último es posible?) ¿Podremos comprar en formatos y cantidades menores?
Lo cierto es que todas estas preguntas no tienen porque estar unidas a la crisis, pero si es cierto que cuando salgamos de ella todos seremos un poco más pobres, situación que nos puede llevar a apreciar mejor todo lo que nos rodee, tanto lo material como lo humano. Así que podríamos decir eso de: No hay mal que por bien no venga.
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