“Es difícil retener a los buenos profesionales”. Esta frase se puede oír en muchos foros de recursos humanos, aunque también es posible en estos tiempos que corren oír que es necesario tener más implicación o complicidad con la empresa. ¿Tienen algo en común ambas reflexiones? ¿Son contrapuestas?
¿Es posible hablar de emociones en la contratación y desarrollo de las personas en la empresa?
“Durante el desarrollo de una feria de empleo, de estas donde las empresas van en busca de personas, montan tinglados publicitarios y envían al personal del departamento de recursos humanos con traje y corbata; me encontré con una persona que estaba terminando los estudios de Ingeniería Industrial, se paro ante el stand de mi empresa y le pregunté si podía ayudarle. No contesto, pensaba que no podíamos ayudarle ya que su conocimiento de nuestro sector le decía que no tenía muchas opciones como ingeniero. Después de hablar con él durante unos minutos para intentar aclararle algunas dudas, paso a mostrar interés por lo que yo le decía. En ese momento la conversación ya no continuo en el tono habitual de: “yo tengo trabajo y tú tienes que trabajar, y te doy una oportunidad, y aquí tienes un futuro, y etc.”; me di cuenta que tal vez sin quererlo estábamos hablando de ÉL, de que ser ingeniero puede abrir más puertas de las que imagina, de que puede desarrollarse independientemente de los estudios, de que como persona tiene posibilidad de elegir y seguir aprendiendo, de cómo se sentiría haciendo cosas diferentes, en definitiva: Que él era importante y que sus sentimientos contaban para entrar en una empresa. Antes de despedirse entregó sus datos para ser incluido en un proceso de selección y nos dijo que nunca había imaginado que podía hacer otras cosas.”
Todos tenemos emociones y no podemos separarnos de ellas, la mayoría espera que hablemos de ellas, lo demás ya lo aprenderán. Sin duda responderán con lealtad y compromiso. Podemos llamar a esto “contratar con emociones”.
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