lunes, 21 de diciembre de 2009

Del menú a la cocina de innovación

Un pequeño restaurante cerca del Mediterráneo, que llevaba años funcionando con el trabajo de un amable matrimonio, paso a manos de su único hijo. Este decidió cambiar el local y hacer alta cocina. En ese momento lo tenía todo, su local estaba en un lugar privilegiado y la clientela estaba asegurada. Pero él sentía que debía arriesgarse y cambiar, sus clientes se lo agradecerían y sus ingresos se multiplicarían.

Se construyo un nuevo local, más grande y moderno, con capacidad para más comensales y con la última tecnología en la cocina. Contrataron nuevos responsables de cocina, maître y gerente de restaurante. Sus clientes, acostumbrados al menú y al trato personal, notaron el cambio de forma rápida y muchos de ellos decidieron cambiar de local. El dueño no dio importancia a la pérdida de comensales, su estrategia consistía en captar otro perfil de cliente. Estaba orgulloso con su nuevo local. Después de mucho esfuerzo consiguió atraer a comensales más exigentes y capaces de pagar los nuevos precios, pero estos se sintieron decepcionados con los platos servidos, que carecían de la calidad y la presentación adecuadas. Con el tiempo el restaurante se fue quedando vacio y el negocio dejo de funcionar.

Un día regresó al pueblo un buen amigo del antiguo propietario, que no le visitaba desde hacia tiempo, al ver el nuevo restaurante vacio preguntó con interés: ¿Qué pasa? El viejo propietario le explico lo que su hijo había hecho al hacerse cargo del local y justifico la situación por la crisis que estaban pasando. Su amigo miro al otro lado de la calle y vio un pequeño bar con todas sus mesas llenas, extrañado preguntó: ¿A tu vecino no le afecta la crisis? El anciano respondió resignado: A mi hijo no le interesa ese tipo de negocio.

El joven propietario presencio la conversación entre los dos viejos amigos y cuando se despedían vio la tristeza reflejada en el rostro de su padre, recordó los duros años de inicio en el restaurante, cuando él era un niño. Pensó que era el momento de hablar con su padre, tal vez le sirviese de algo su experiencia. Desde que había regresado de la capital para hacerse cargo del local no habían tenido ni un minuto para hablar.

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