Nos empeñamos en hacer complicadas las cosas, sobre todo en
el mundo de la empresa, en algunas ocasiones solo para mayor protagonismo y
deleite de algún “líder” (véase jefe) que no puede conseguir que su equipo
funcione de una forma más fluida, sencilla, eficaz y participativa.
No hablaremos de comunicación interna, ni de planes de
comunicación, ni de rumores, que obviamente se producen por la falta de
información por parte de la dirección de una organización. Nada de eso,
hablaremos de personas, de las personas que componen una organización, empresa,
proyecto, como le queramos llamar. Todas ellas quieren hablar y ahora más que
nunca. ¿Te interesa? Continúa leyendo…
Nos encontramos con dos realidades enfrentadas. Por un lado
las empresas, sus estructuras, sus hábitos aprendidos, sus jerarquías, sus
líderes inquietos por la amenaza de aquello que desconocen (La información es
poder). Las empresas actuales están llenas de barreras, la mayoría psicológicas:
Secciones, departamentos, divisiones (esta última es la más gráfica). No hay
nada como tener “Divisiones” en una organización, con eso ayudamos a mejorar la
comunicación ¡Sin duda! (Sarcasmo). Por otra parte una sociedad que necesita
socializar y que ha encontrado el modo de hacerlo de forma rápida y eficaz.
Mejora y Gana |
Parece absurdo, pero aquello que las empresas han anhelado
toda la vida en su funcionamiento: Participación, comunicación, aprendizaje
continuo, implicación, se lo están ofreciendo en estos momentos los mismos
empleados. Sin duda las organizaciones deberán desaprender todo lo que saben,
para aprender de la sociedad y transformarse en Empresas 2.0, un cambio que les
proporcionará mejoras en aspectos clave como: Formación y desarrollo
(desempeño), participación e Implicación (que no motivación), comunicación,
clima, cultura corporativa y reclutamiento
Analicemos con más detalle lo que está sucediendo y tengamos
en cuenta estás tres premisas:
- Las relaciones entre las personas se están modificando de una u otra forma por el uso de las redes sociales.
- Las personas son las que construyen las redes sociales y también son parte de las empresas.
- Las personas que se incorporen al mercado laboral en los próximos años serán nativos digitales.
Así que esto parece no tener marcha atrás, tal vez no
sepamos con exactitud cómo será el uso de las redes sociales en las empresas,
incluso en la sociedad, en un futuro. Seguramente cada empresa deberá
desarrollar su propia estrategia y salvo aprender de otras experiencias de
éxito, pocas cosas se podrán copiar. La cultura de cada empresa influirá en la
forma de implantación en las redes sociales.
Pensemos en algunas claves para perder el miedo a este
fenómeno, del que todos hablamos pero en el que pocos trabajan.
“Si tienes miedo pide ayuda, no arriesgues, pero no pierdas la
oportunidad”
Es lógico tener miedo a unas herramientas que hasta el
momento la mayoría solo hemos usado para buscar antiguos compañeros, compartir
fotos o jugar. Bajo esta premisa ¿Qué pueden aportar a una empresa? En
realidad, la pregunta que se debe responder es: ¿Para qué pueden servirme estas
herramientas? Te sorprenderá la cantidad de formas de uso que puedes encontrar,
que no son las que tienes en mente y que ayudaran a tu empresa a ser mejor.
“No quiero que mis empleados usen las redes sociales durante el
trabajo”
No es nada descabellado pensar esto, es más, la mayoría de
las empresas de este país las tienen prohibidas. Pero también para esto hay una
terapia, busca entre tus empleados a aquellos que consideres pueden estar más
preparados e ilusionados y desarrolla el proyecto de redes sociales con ellos,
implica a tu gente, empieza desde dentro. No tengas miedo a las críticas.
“Esto de Internet es interminable ¿Qué herramientas tengo que usar?”
El antídoto para esta premisa, que va asociada al
desconocimiento, es ni más, ni menos que FORMACIÓN. Forma a tu equipo de
trabajo, no sirve solo con los conocimientos caseros que todos tenemos, cuando
trabajas con las redes sociales en la empresa no debes correr riesgos
innecesarios, que inconscientemente cometemos de forma habitual en nuestras
cuentas personales. No olvides crear un manual de uso, así como un
procedimiento para resolver las “crisis” que puedan surgir.
Tal vez así conseguiremos no hacer complicadas
las cosas sencillas, al menos en el trabajo, permitiremos la participación y
sobre todo pondremos en marcha algo fundamental en toda buena comunicación:
Escuchar.
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