Hay
personas que no necesitan pensar mucho su disfraz para la noche de Halloween,
solo necesitan ser conscientes de que se comportan como verdaderos nuestros
vivientes durante más de ocho horas al día: Mientras trabajan. Incluso algunos,
crónicos de hábito, persisten en su actitud en la vida personal.
¿No has tenido nunca la sensación de estar rodeado de Zombis en el trabajo?
Desde
que en 1982 el video Thriller, de Michael Jackson, popularizara en este genial
corto musical el aspecto y los gestos de estos cuerpos sin alma, y en 2010 AMC
estrenara "The Walking Dead", nunca fue tan socorrida una idea para salir del
paso en una fiesta de disfraces o en el mismo Halloween.
En la vida profesional, en la empresa, existe una especie que se comporta de
forma similar al Zombi, sin necesidad de que un hechicero vudú los resucite. Se
trata de aquellos que una vez muertos para la acción dentro de una organización
–por motivos varios y que podrían tratarse en otro post-, resucitan y se
dedican a deambular por los despachos, pasillos, maquinas de café o incluso
consejos de administración, sin mostrar ningún interés por lo y los que le
rodean.
No
tienen nada que aportar, están vacíos. Su contribución al grupo es cero, van
dando golpes de lado a lado –de proyecto en proyecto- y solo les distrae el
ruido, el rumor, los comentarios hirientes, el olor a podrido y sobre todo el
mayor de sus peligros: La voracidad por contaminar a sus compañeros.
Estos
“Zombis profesionales” no muerden –que yo sepa-, pero su capacidad verbal para
engañar, enmarañar y atrapar son propias de un hechicero vudú –o un buen
político, según se mire-.
Está
demostrado empíricamente que en las empresas los que ejercen de hechiceros vudús son los propios directivos o
mandos intermedios –ya que son investidos de poder para ello-, en realidad
ellos matan y luego resucitan al muerto.
Y
en el otro lado los Departamentos de los antiguos “Recursos Humanos” se pasan
gran parte del tiempo lanzando el reto de “truco o trato” a sus empleados
zombis que deambulan por las instalaciones.
No
solo lo hacen por Halloween, más bien es la práctica habitual, considerar los
servicios prestados por las personas como una mera transacción económica, donde
al final o hay trato entre las partes, o se sacan un conejo de la chistera
y como buen prestidigitador hacen desaparecer al Zombi de turno.
Pero
desde “Sistemas de Personas” –los
antiguos recursos humanos- lo mejor que podemos hacer es poner las trampas
necesarias para que los Zombis no se reproduzcan en la empresa, que el nivel de
contagio sea nulo y con el tiempo los muertos muy muertos sean desterrados para
siempre.
Medida 1. No hagas ruido,
mejor hablar de forma clara y honesta.
El
ruido atrae a los Zombis. Crea un sistema de comunicación en todas direcciones,
honesto, eficaz y transparente. Se sentirán desorientados te lo aseguro.
Medida 2. Identifica a los
hechiceros vudús, sin que ellos lo sepan.
Haz
que los jefes y jefecillos prediquen con el ejemplo, se mezclen con el resto de
empleados, asuman el control de sus proyectos y se comuniquen con sus equipos
de forma efectiva. Así podrás identificar a aquellos que arrastran sus pies,
puede que te sorprenda.
Medida 3. Separa a los
Zombis crónicos y evita las mordeduras.
La
solución no tiene que pasar por el despido –aunque en los casos muy avanzados
no tengas más remedio-. Lo primero es saber sin la más mínima duda cuantos
tienes y quién son. No cometas el error de construir un gueto, los compañeros
no contagiados irán a verlos, la pena se apoderará de ellos y los soltarán de
nuevo.
Medida 4. Crea espacios
limpios, abiertos, colaborativos. Donde las personas se encuentren a gusto.
Si
tu ambiente, tus instalaciones, tus condiciones de trabajo son poco higiénicas,
estás expuesto a un rebrote de la epidemia. Si las personas están a gusto
trabajando, están menos expuestas a los mordiscos de un Zombi “temporal” o
venido de fuera. En estos entornos saludables se ve de forma rápida a los que
arrastran los pies y no miran a los ojos.