(Si quieres leer las partes anteriores pulsa estos enlaces: Erase una vez… Parte I y Erase una vez… Parte II)
(Este es un relato de ficción que solo tendrá parecido con la realidad en la imaginación de quien lo lea…)
Ventura abandonó la ventana y se sentó en una de las siete sillas de su despacho, delante del escritorio como si fuese una visita, quedaba al otro lado de la mesa su silla vacía, intuía que dentro de poco esa silla estaría definitivamente vacante, bueno esa y todas las demás de la empresa. En ese momento la tristeza de un posible final le hizo retomar sus recuerdos.
Pensó que la propuesta de Ramón de escaparse después de la cena de empresa era algo que en tiempos pasados había funcionado casi sin proponérselo. El buen ambiente que rodeaba a todos en el trabajo se proyectaba casi de forma automática cada vez que se proponía una fiesta colectiva. Sin embargo, ahora, algunos años después, tenían que quedar y casi forzar el encuentro que antaño fue espontaneo. Estos recuerdos eran los que no le gustaban, los que le dolían, habían perdido entre todos cosas muy bonitas, mejor pensado, les habían robado a todos el espíritu de hacer cosas bonitas y juntos.
Ventura siempre pensó que el gran fallo que se cometió cuando se produjo el cambio de dirección fue no hacerlo de forma tranquila, pausada, con tiempo para digerirlo y sobre todo para que los nuevos aprendiesen. Pero no eran tiempos para la calma y los nuevos venían con muchas ganas de ser protagonistas, cosa que desafortunadamente consiguieron. Se impuso la prepotencia, el prejuicio sobre las personas y las cosas que se desconocían y sobre todo algo que hizo mucho daño: la falta de honestidad.
A Ventura no le gustaban estos recuerdos y volvió de nuevo su pensamiento hacia Carmen, recordaba que no fue sincero con ella la primera vez que habló con ella. Fue en el comedor de la empresa.
- Hola Ventura.
- Hola Carmen, ¿Cómo estas? Contesto él sin saber que decir.
- ¿Puedo sentarme a comer aquí? Le pidió Carmen.
- Por supuesto, mejor comer en compañía.
- Siempre te veo comer solo, no pareces relacionarte mucho.
- No... en realidad es que tengo poco tiempo y prefiero comer rápido para continuar con el trabajo. Ventura pensó que la excusa era creíble.
El comedor de la empresa era un lugar de encuentro, donde se intercambiaban comentarios de poco valor, pero que ayudaban a conocer a los demás. Cada grupo tenía su mesa, la asignación fue de forma aleatoria y desde el principio cada uno eligió donde y con quien sentarse, algunos fueron cambiando de mesa hasta encontrar el sitio más cómodo para ellos. Esto ocurrió en los primeros meses después de la llegada a las nuevas instalaciones de la empresa y estaba influido por la evolución de las relaciones profesionales que se fraguaban a pocos metros del comedor. Ventura inicio su aventura en el comedor con el grupo más próximo a él en su trabajo diario, pero no tuvo inconveniente en ir cambiando de mesa, acto con el que quiso demostrar y demostrarse que podía compartir comida con cualquier compañero, pasando uno rato agradable, independientemente de la posición de cada uno en la empresa y el trabajo que hiciese. Además a Ventura siempre le apasiono descubrir a las personas, porque creía que hasta las más próximas a uno tenían algo por descubrir.
Pero eso no era así, Ventura no tardo en darse cuenta de que las conversaciones cambiaban de contenido si él estaba presente y que incluso en algunas mesas el ambiente era más tenso si él intervenía en la tertulia. En su caso había dos factores que hacían esto más difícil: su cargo directivo y su homosexualidad. Con el tiempo Ventura perdió su curiosidad por descubrir a nadie y se quedo definitivamente en la mesa donde más aceptado se sentía. Carmen eligió la mesa de Ventura desde el primer día y esto despertó de nuevo su interés…
- No me creo que solo pienses en el trabajo. Le dijo Carmen.
- ¿Por qué dices eso? Pregunto Ventura.
- Lo que comentan de ti es otra cosa.
Ventura se quedo sorprendido, podía adivinar lo que le quería decir, pero no quería creer que una persona nueva entrara ya en esos rumores sobre él. El entorno de trabajo tenia unas connotaciones machistas muy desarrolladas y los rumores sobre la homosexualidad de Ventura se convertían constantemente en comentarios poco afortunados que tenia que soportar de forma resignada.
- No creo que te interese mucho lo que dicen de mi, no me conoces, no sabes nada de nada. Intento cortar Ventura.
- No te enfades, no me gusta lo que he oído y quería conocer tu propia versión.
La forma tan directa de Carmen le sorprendió, y no tuvo más remedio que admitir que era la primera persona capaz de hablarle sin rodeos, eso despertó más su interés.
- ¿Qué versión quieres? Dijo Ventura intentando ganar tiempo.
- La tuya, no me interesan las interpretaciones de los demás.
- ¿Y sobre que debo darte mi versión?
- Vamos Ventura, se que tan apenas nos conocemos, pero sabes muy bien a que me refiero.
Ventura se amparó en un silencio largo, pensando en como afrontar aquella situación. Algo le decía que debía hablar, tal vez llevaba tiempo esperando una oportunidad como la que tenía en ese momento.
- Déjalo. Te pido disculpas por si me he pasado. Tienes razón, tu vida no es cosa mía. Dijo Carmen, interpretando el silencio como una respuesta negativa.
- No, no, Carmen, no debes disculparte. Además ya estoy acostumbrado a los comentarios.
En ese momento Ventura dejó salir toda su rabia y todos sus temores, le contó a Carmen lo que no le había contado a nadie, hasta el punto que se voy sorprendido así mismo en un momento de la conversación. Había nacido una amistad.
Continuará...
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