Todo el mundo comenta y escribe, en foros de empleo, en revistas especializadas, en conferencias sobre gestión de personas o retención del talento, que es difícil en estos momentos atraer personas a las organizaciones y más aún que estas sean brillantes. No dudo que es así, en mi experiencia personal lo estoy viviendo y me pregunto continuamente: ¿Dónde están los candidatos? Hasta el momento solo he oído (me incluyo) lamentaciones sobre este tema y pocas explicaciones coherentes sobre porque ocurre o mejor que soluciones tenemos para mejorar la situación.
Pondré un ejemplo personal e intentare argumentar desde este una teoría basada en las emociones, que podría servir tanto de explicación de la situación anterior como de posible solución.
Durante el desarrollo de una feria de empleo, de estas donde las empresas van en busca de personas, montan tinglados publicitarios y envían al personal del departamento de recursos humanos con traje y corbata; me encontré con una persona que estaba terminando los estudios de Ingeniería Industrial, se paro ante el stand de mi empresa y le pregunté si podía ayudarle. No contesto, pensaba que no podíamos ayudarle ya que su conocimiento de nuestro sector le decía que no tenía muchas opciones como ingeniero. Después de hablar con él durante unos minutos para intentar aclararle algunas dudas, paso a mostrar interés por lo que yo le decía. En ese momento la conversación ya no continuo en el tono habitual de: “yo tengo trabajo y tu tienes que trabajar, y te doy una oportunidad, y aquí tienes un futuro, y etc.”; me di cuenta que tal vez sin quererlo estábamos hablando de ÉL, de que ser ingeniero puede abrir más puertas de las que imagina, de que puede desarrollarse independientemente de los estudios, de que como persona tiene posibilidad de elegir y seguir aprendiendo, de cómo se sentiría haciendo cosas diferentes, en definitiva: Que él era importante y que sus sentimientos contaban para entrar en esta empresa. Antes de despedirse entrego sus datos para ser incluido en un proceso de selección y nos dijo que nunca había imaginado que podía hacer otras cosas. Espero que entre a trabajar en mi empresa.
Esto lo defino como “contratar con emociones”, y para mi explica en parte la falta de candidatos o que los que existen no están preparados. Creo que no es cierto, existen candidatos y algunos están preparados, el problema es que las empresas queremos llegar a ellos con traje y corbata, de una forma profesional, directa y sin tregua alguna, con prisas. Pero ellos tienen emociones y la mayoría espera que hablemos de ellas, lo demás ya lo aprenderán.
1 comentario:
Me parece correcto el comentario, creo que las empresas deberian tener más en consideración los sentimientos de las personas que quieren contratar, y no solo pensar que ellas deciden y los demás acatan.
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