sábado, 10 de enero de 2009

ERASE UNA VEZ…

(Este es un relato de ficción que solo tendrá parecido con la realidad en la imaginación de quien lo lea…)

Erase una vez un lugar donde sus habitantes estaban encantados de compartir sus esfuerzos, sus temores, sus alegrías, sus éxitos y todo aquello que surgiese de forma espontanea, sin entrar demasiado en la parcela privada de cada uno. También existían problemas y diferencias, pero todo llevado con cierta discreción. En este ambiente trabajaba y casi vivía Ventura, un directivo de una empresa donde normalmente no pasaba nada, todo estaba controlado…

Era un día gris de verano, sin sol, sin lluvia, en algunos momentos el viento era fuerte y los árboles se doblaban como juncos... "Parece como si el tiempo aquí supiese que tu no estas", pensó Ventura mirando desde la ventana de su despacho y recordando a Carmen. Desde esa ventana, bueno y alguna otra, ya que le habían cambiado de despacho en varias ocasiones, en estas oficinas si algo sobraba de verdad era espacio. Bueno retomando… desde esa ventana había visto crecer los arboles del jardín de la empresa, cuando llego aquí apenas hacían sombra, 6 años después ya estaban crecidos. Ventura siempre quiso pensar que la grandeza del jardín de su empresa era el reflejo de su interior, lo que pasa es que en ocasiones las apariencias engañan. Desgraciadamente estos pensamientos ya no eran una realidad en estos momentos, su empresa estaba pasando por malos momentos.

El día sería largo, contando con la habitual cena de empresa de todos los veranos, donde nadie estaba cómodo. No sabía si Carmen acudiría.

Cuando Ventura se incorporó a la empresa la vida en su interior pasaba con total normalidad, sin sobresaltos desde hacia bastantes años, en algunas épocas con monotonía, solo rota por pequeños acontecimientos del negocio. Además Ventura en esa época tenia esta impresión de su propia existencia, se sentía como alguien transparente, no representaba nada para muchos, aunque se repetía continuamente que lo importante era ser feliz. A pesar de sus apasionadas relaciones personales, aún permanecía sin pareja. Le costo mucho reconocer su homosexualidad, y cuando lo hizo, gran parte de su entorno le dio la espalda. Su familia le rechazo, algunos de sus amigos se sintieron desengañados y él se sintió solo. Este fue uno de los motivos por los que decidió cambiar de trabajo y de ciudad.

El sector al que pertenecía la empresa en la que se incorporó Ventura gozaba de unos años de crecimiento continuo, incluso la crisis de la primera mitad de los 90 no le afecto. Otro de los motivos por los que Ventura decidió “fichar” por esta empresa.

El clima de estabilidad económica hacia que nadie se cuestionara el liderazgo del proyecto y los objetivos marcados. Hablamos de una empresa familiar, con una cultura muy próxima a los valores del dueño. Este mismo clima de estabilidad se respiraba en todos los rincones de la empresa, nadie se cuestionaba nada más allá de lo necesario para hacer bien su trabajo. Se podría decir que “se vivía bien en la Compañía”. Cuando era necesario tomar decisiones solo una o dos personas en toda la empresa lo podían hacer, como si el resto no fuese capaz, pero lo mejor era que todo el mundo se había acostumbrado y nadie se sentía con autoridad para tomar ninguna decisión por insignificante que fuese.

Así que Ventura se encontró en una pequeña encrucijada, se sentía solo y cambio de empresa para centrarse en un nuevo reto profesional, pero este de entrada no le daba mucho donde asirse. Era nuevo en el lugar, no conocía a nadie y esto tampoco ayudaba a darle a su vida un contacto humano, además en un lugar tan controlado los que venían nuevos más bien no eran muy bien recibidos. Tenia que ganarse el sitio.

De esta soledad le curo Carmen unos años más tarde. Fue para Ventura un salvavidas, una referencia que le permitió distinguir entre lo real y lo ficticio, un apoyo al que pudo contarle sus sentimientos. Casi sin querer ambos entramaron una relación que les fue absorbiendo, crearon una tela de araña que les servia para protegerse y a la vez para estar conectados. Pero nunca ninguno de ellos fue consciente.

Continuará…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Encontré tu blog por pura casualidad. Soy de Bilbao, ejecutivo de una empresa, 48 años, gay. Cada vez que leo "Erase una vez" se me pone la piel de gallina, porque es como si me estuvieras viendo por dentro. Para cuando la 3ª parte??

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